lunes, 20 de mayo de 2013

¡La verdadera sustentabilidad!


La mejor definición del fin de la sustentabilidad es la del Informe Brundtland (1987): “es satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar las necesidades de las futuras generaciones”. En arquitectura hay un gran debate sobre la responsabilidad de “satisfacer necesidades” de confort. Aquí, sustentabilidad se asocia a “verde”, concepto devenido del marketing que es muy empleado porque la inversión inicial para en un edificio “verde” cuesta entre un 5 y un 20 % más, pero también logra mas rentabilidad. Una obra “verde” es más atractiva para el mercado sin tener en cuenta la imagen que queremos mostrar o el concepto de sustentabilidad.

Habría que repensar de qué se compone una obra que pretende ser sustentable (o verde), y qué hace falta para lograr una certificación internacional, o al menos, cómo crear un espacio habitable. No se trata de poner un panel solar o la conciencia ambiental se debería enseñar en las escuelas. En nuestro país no está claro si entendemos por sustentabilidad a la aplicación de mayor tecnología para ahorro energético, o el aprovechamiento de las buenas orientaciones, estudios de asoleamiento, parasoles, ventilaciones naturales cruzadas, muros bien aislados, envolventes verdes y el reuso de aguas.

Hoy debemos cuestionar las normativas con certificación y etiquetado basadas en conceptos de otros países, que sólo tienden a satisfacer requisitos del mercado. En su lugar, deberíamos volver a los usos y costumbres de nuestra zona geográfica, de nuestros conocimientos sobre los materiales disponibles y su tecnología. Un ejemplo de lo primero es la certificación Leed, que premia a los edificios con sistemas de refrigeración tipo roof top con refrigerantes ecológicos, pero no hace los mismo con los proyectos que, por estar bien asoleados y bien ventilados, no requieren equipos de tales magnitudes. En el mismo caso, quien usa grandes cantidades de lámparas de leds, es premiado. Mientras que el que usa iluminación natural, reduciendo así la cantidad de artefactos, no.

Como aspectos positivos, podemos decir que los sistemas de certificación deben ser tenidos en cuenta como un estándar de construcción, con lo cual se mejoraría la calidad de nuestras incumbencias profesionales, pero debemos tener en cuenta que no necesariamente reflejan una buena calidad arquitectónica. 

Fuente: www.diarioecologia.com

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