sábado, 18 de mayo de 2013

Manglares, resort de lujo tropical


Cada manglar representa un ambiente único, una suerte de resort natural con ocupación total a lo largo del año. Sólo los mangles pueden presumir de ser uno de los cinco ecosistemas más beneficiosos del planeta y de mayor productividad neta de carbono.

Al hablar de manglar casi siempre evocamos la imagen de cierto tipo de vegetación arbórea de llamativas raíces protuberantes, extensas y torcidas que crecen –desafiantes- en ambientes inundados por el mar. Ciertamente esa imagen refleja dos de los rasgos más conocidos de los mangles (en Guaraní, árbol retorcido): por un lado, los zancos o raíces magníficamente extendidas sobre el sustrato semejando una sinuosa alfombra y, por el otro,  su capacidad singular para soportar ambientes de alto estrés salino, como son los ambientes costeros. 

Precisamente esa extrema y dinámica condición –aunque parezca extraña- constituye la fuerza que impulsa la extraordinaria diversidad biológica que resguarda el ecosistema de manglar, el más exclusivoresort del trópico costero y de Venezuela. Un resort natural localizado en las mas hermosas playas del planeta,  donde a lo largo del año –24 horas, todo incluido- es habitado y visitado por cientos de especies animales y también por otros vegetales, que en perfecto orden y respeto, disfrutan de sus servicios, comodidades y resguardo, en un único e insustituible arreglo habitacional, donde todos tienen su reserva asegurada y todos quedan satisfechos.  La estructura del manglar, nuestro resort, está tan bien construida –no podíamos esperar menos de la naturaleza- que es capaz de soportar los embates de la energía del frente marino y de las inundaciones desde tierra, se constituye en una barrera natural que ayuda a estabilizar la línea de costa, nos protege así de los riesgos asociados a desastres, ya sea por eventos naturales como huracanes, tsunamis,  o por desastres inducidos, como deslaves e inundaciones que ocurran en áreas costeras alteradas por nuestras actividades, o por el aumento del nivel del mar. 

Podemos afirmar que el manglar vive y reina en los ambientes costeros tropicales, gracias a la capacidad de adaptarse – como muy pocas formas vegetales lo pueden hacer- a los cambios que permanentemente experimentan la hidrología, la geomorfología y el clima costero-tropical. Nuestro exclusivo resort resulta ser un conjunto de hábitats únicos e insustituibles de numerosas y diversas especies, asiento de una alta productividad biológica. Considerado uno de los cinco ecosistemas más productivos del planeta, y el de mayor productividad neta de Carbono (C), puede aportar hasta 40 Kg C/día/ha y capturar hasta 17 toneladas de CO2/ha/año, frente a la capacidad de un bosque amazónico prístino, que captura 1Ton de CO2/ha/año. Es, por además, un requerimiento fundamental para el balance entre la emisión y la absorción de carbono en áreas marino-costeras, por lo que tiene un papel fundamental en el equilibrio del clima global.   

Federico Pannier, el padre de la ecología de manglares en Venezuela, considera al manglar como “un ecosistema abierto al flujo de materia y energía con los ecosistemas terrestres y acuáticos asociados, que se establece en estuarios, ensenadas, lagunas, albuferas, restingas”, así como también,  en las desembocaduras de ríos y quebradas. Del concepto de Pannier, podemos deducir otra de las extraordinarias cualidades de nuestro resort: Su conectividad permanente con otros ecosistemas que también están – o pueden estar- en el sistema marino-costero. A través de dicha conectividad, se establece la transición natural hacia y desde ecosistemas marinos, como los pastos marinos y los arrecifes de coral –extralujos de la naturaleza que también podemos disfrutar en nuestras hermosas costas-  y que, junto al manglar, constituyen la tríada ecológica fundamental de la diversidad biológica en ambientes marino-costeros tropicales, incluyendo el Caribe venezolano. 

Para el país se han reportado siete especies de manglar, pertenecientes a los géneros Rhizophora (R. mangle, R. racemosa y R. harrisoni), Avicennia (A. germinans y A. shaueriana), Laguncularia  racemosa yConocarpus erectus. Las especies mas comunes son el mangle rojo (R. mangle), el mangle negro (A. germinans), el mangle blanco (L. racemosa) y el mangle de botoncillo (C. erectus).  También hay otras especies arbóreas frecuentemente asociadas a los bosques de manglar y con cierta tolerancia a la salinidad. Entre las especies herbáceas predomina el helecho Acrostichum aureum. De igual manera, es común la hierba de vidrio (Sesuvium portulacastrum y Batis marítima), la batatilla de playa (Ipomoea ssp.), cactáceas como los cardones y leguminosas como el cují yaque (Prosopis juliflora) y el dividive (Caesalpinia coriaria).  En cuanto a la fauna, el manglar mantiene una extraordinaria riqueza de organismos acuáticos y de muchos terrestres, zooplancton de la fauna incrustante y del bentos, así como invertebrados (crustáceos, moluscos, bivalvos) y peces. Gran parte de estas especies constituyen la base de la alimentación de las comunidades costeras y la forma de sustentación de pesquerías comerciales tanto artesanales como industriales. En el ambiente terrestre, habita gran variedad de insectos (termitas, hormigas, mosquitos, mariposas, abejas), arañas y vertebrados (anfibios, reptiles, aves y pequeños mamíferos) y hongos.

Pocos ecosistemas pueden presumir de albergar tantos ilustres e importantes huéspedes y de suministrar tantos beneficios. Además de lo que ya hemos referido, cumple funciones críticas relacionadas con la regulación del agua dulce, nutrientes y sedimentos hacia las áreas marinas y desde tierras adentro. Es excepcionalmente importante en el mantenimiento de las redes alimentarias y de las poblaciones de animales que lo habitan durante su etapa adulta o que dependen de éste en algún momento de su ciclo de vida, como pequeños mamíferos, aves, reptiles, peces y crustáceos. Asimismo, juegan un papel importante en el control de la contaminación a través de su capacidad de absorber contaminantes orgánicos y nutrientes. Es fundamental para el mantenimiento de bancos genéticos. Por si fuera poco, aun nos brinda mucho más, el manglar forma parte de la cultura de pueblos costeros, que lo veneran, lo aprovechan y lo protegen, en reconocimiento a sus valores ambientales y, en particular, por su valor patrimonial para las comunidades locales, al proveer fuentes naturales de energía, facilitar el transporte de personas y productos (como los de las pesca artesanal) y sustentar la economía local tradicional. A la vez, este magnífico hábitat posee valores científicos, estéticos e incluso religiosos, que constituyen atractivos de primer orden, por la riqueza biológica que nos muestra y nos permite conocer y admirar, por la exhuberancia de su vegetación, y por el solaz que transmite al adentrarnos en sus intrincados pasadizos que se abren sinuosos a través de su exuberante follaje, en interminables y laberínticos caños de aguas salobres. Podemos apreciar que el valor del ecosistema de manglar trasciende lo ecológico y lo ambiental  para constituirse así en un referente de fuerte significancia social.


Distribución
Los humedales de manglar, que normalmente conforman bosques y asociaciones vegetales siempreverdes en zonas bajas, ocupan las áreas estuarinas (áreas donde predominan aguas y suelos salobres) de aproximadamente dos tercios de las costas tropicales. Las fluctuaciones de las mareas, del oleaje y de la concentración de sal, así como un sustrato inestable, definen el ambiente físico óptimo sobre el cual la vegetación de manglar desarrolla extraordinarias adaptaciones –anatómicas, fisiológicas y reproductivas- que le permiten colonizar y dominar múltiples y diferentes ambientes costeros, y desarrollar diversas estructuras vegetales. De esta forma, podemos conseguir manglar en Bermuda hasta Victoria en Australia. En el continente americano, se extienden de forma irregular a lo largo de las zonas costeras del Pacífico, entre Baja California hasta el Sur en Perú y hasta el Sur de Brasil, en el Atlántico. En Venezuela, los manglares se distribuyen de forma discontinua, desde la laguna de Cocinetas en la Península de la Guajira (Edo. Zulia), hasta el Delta del Orinoco (Edo. Delta Amacuro). A través de un laborioso y excepcional trabajo sobre ecosistemas terrestres del país, Huber y Oliveira-Miranda (2010), aportan cifras confiables y recientes sobre la superficie aproximada de manglares: 8530 Km, distribuidos a lo largo de las costas y zonas estuarinas de trece Estados y de las Dependencias Federales. En el territorio insular, la mayor superficie de manglar se encuentra en la isla de Margarita y en el archipiélago de Los Roques, mientras que, en el resto, se extiende en pequeños parches (Isla de Aves, La Orchila, La Tortuga, La Blanquilla, Los Hermanos y Los Testigos).

Fuente: Revista río verde

1 comentarios:

Esto lo escribió la profesora Alicia Villamizar en la revista Rio Verde. Coloca la referencia completa.
Saludos.

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