Sí con tan sólo cinco minutos de verde por día realizando actividades simples como caminar, cuidar el jardín, andar en bicicleta o pasear por una plaza con una mascota puede mejorar el humor, la autoestima y la salud mental, cabe preguntarse entonces hasta dónde podría afectarnos el hecho de vivir cerca de un espacio verde.
¿Creerías si te dijeran que los efectos de ello pueden compararse al tercio de los sentimientos placenteros que experimentan dos novios en el momento de casarse o la décima parte de la felicidad que siente un desempleado al conseguir trabajo? Puede que suene un tanto exagerado, pero un estudio publicado recientemente en Psychological Science afirma que esto es, efectivamente, así.
Tal afirmación es el resultado del trabajo emprendido por investigadores de la Universidad de Exeter, el cual involucró a diez mil personas –pertenecientes a cinco mil hogares- del Reino Unido.
Para llevarlo a cabo, se tomaron los datos obtenidos de una encuesta realizada por la British Household Panel Survey sobre la satisfacción personal y la angustia, cruzándolos con las zonas en las que cada uno de los participantes vivía. Una vez analizada esta información, se arribó a la conclusión de que tanto los parques como otras zonas verdes generan en las personas una agradable sensación de bienestar consigo mismas.
La investigación, liderada por Mat White, quiso ir más allá de de los estudios previos que ya habían demostrado el vínculo existente entre la salud mental y los espacios verdes, pero que se vieron estancados ante una duda tramposa y muy similar a la del huevo y la gallina: ¿es el espacio verde el que hace a las personas sentirse más felices o es que las personas felices tienden, de por sí, a trasladarse cerca de las zonas verdes?
Para salir de este berenjenal, el trabajo se centró en las vivencias experimentadas por el mismo grupo tomado como muestra durante un período de 18 años. Gracias a esto, finalmente se pudo comprobar que son los espacios verdes los que ejercen un poder positivo sobre las personas.
Así, el hallazgo refuerza la importancia que tiene el preservar y fomentar la existencia de los espacios al aire libre dentro de las ciudades, no ya únicamente para que funcionen como pulmones urbanos, sino también para multiplicar sus influencias positivas en la población que las habita.
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